sábado, mayo 19, 2007

Un comerciante con alma de político - Polo

Un comerciante con alma de político

Por Shirley Polo Ramírez

Aquileo Parra fue uno de los políticos santandereanos más destacados de su época, influyó mucho en la vida política de su región, y más que eso, en la de Colombia, cuando en 1876 llegó a la presidencia; después de unas agitadas y dudosas elecciones.

Parra creció en el seno de una familia perteneciente a la clase social que en la época de la Colonia formaban los descendientes de españoles, quienes por este simple hecho llevaban el privilegio de anteponer a su nombre el calificativo “Don”. A esta clase social pertenecían e ingresaban las familias acaudaladas, sin distinción alguna de linaje.

Hacia 1840 sobrevino una revolución, acompañada del azote de la viruela, situación que no fue ajena a su familia, la cual poco a poco fue entrando en una condición de crisis financiera.

A causa de esa difícil situación económica en que se vio envuelta su familia, Parra se vio forzado a abandonar a temprana edad sus primeros estudios, para dedicarse a trabajar y conseguir su sustento y el de su familia, obra que realizó junto con sus hermanos.

Para abatir su actual situación, Parra se dedicó al comercio, labor que inició en la Provincia de Vélez, donde hacía pocos años su hermano mayor Jerónimo se había residenciado. Más adelante, extendieron su mercado a las provincias de Nieva, Magangué, Mompós, en las selvas del Carare, y en otros puertos. Manteniendo siempre a Vélez como el centro de operaciones.

Ya era uno de los comerciantes más destacados de su época cuando en 1854 Tomás Cipriano de Mosquera se dirigió a Parra por medio de una carta, informándole que él, haciendo uso de las autorizaciones y facultades que el poder ejecutivo le había delegado, consideraba a bien nombrar a Aquileo Parra Gobernador de la provincia de Vélez, hasta que se restableciera allí el imperio de la constitución y de la ley.

Fue precisamente en Vélez, donde más carrera política hizo. Pues, el antiguo cantón de Vélez lo había elegido ya por dos veces diputado a la cámara provincial. Más adelante en 1856 cuando tuvo lugar la creación del Estado de Santander; fue entonces elegido miembro principal de la Convención Constituyente, que se reunió en pamplona. Esta corporación, lo nombró primer suplente de los senadores por el Estado de Santander.

En 1858 la provincia de Vélez lo eligió por 2 vez diputado a la asamblea legislativa. De esta manera, como puede observarse, inició en este lugar una carrera política que duraría por muchos años más, y a la cual el aceptaba con modestia, alegando que sólo se inmiscuía en los asuntos políticos del país por considerarse hijo de la patria, así lo señala en uno de los apartes de su libro, a saber:

“… no sintiéndome inclinado a la carrera pública, entre otras razones por falta de estudios adecuado para figurar en ella con mediano lucimiento, pero estando dispuesto a prestar al Estado mis servicios en toda ocasión en que pudieron ser ellos realmente útiles u oportunos, había formado el propósito de no salir al escenario político sino en situaciones graves o difíciles para el país, en aquellas en que la patria exige el concurso de sus buenos hijos; pero como no es siempre el hombre dueño de sus acciones, sino que está sometido al vaivén de los acontecimientos…”

Aquileo Parra, aún siendo muy modesto, y con un nivel de escolaridad prácticamente nulo, llegó a convertirse en un autodidacta que pudo lograr la formación necesaria para desempeñarse como un hombre público; todo esto, gracias a su inteligencia y disciplina.

En 1863 fue enviado como representante del Estado de Santander a la Convención de Rionegro. Su momento no podía ser mejor, por tanto que su carrera política iba en ascenso, de tal manera que logró traspasar los límites de su propio Estado y convertirse en figura nacional, esto, lo logró, en 1866 cuando fue elegido senador de la República y luego presidente del Senado, correspondiéndole, desde esa dignidad, dar posesión de la Presidencia de la Unión al general Tomás Cipriano de Mosquera, a quien ya conocía y con el cual mantenía estrechos lazos de amistad.

Varios años habían de transcurrir, para que Parra fuese nombrado Secretario de Hacienda, cargo que ocupó dos veces consecutivas, a saber, en los gobiernos de Manuel Murillo Toro, 1872-1874 y Santiago Pérez, 1874-1876. Fue entonces, cuando Parra libró en el Congreso de 1874 un arduo debate con Salvador Camacho Roldán, en defensa del proyecto de realizar el Ferrocarril del Norte, como medio para alcanzar el progreso.

Parra recibió en este debate el apoyo del presidente y del Congreso. Finalmente el proyecto fue aprobado y la ejecución del mismo se llevó a cabo sólo a medias, debido a la alterada situación del orden público, con la guerra de 1876, en la que se exigió una gran demanda del fisco público.

Desde 1874 se percibía un desacuerdo entre los líderes liberales y se perfilaron dos tendencias: los radicales, quienes estaban hacía rato en el poder; y, los independientes, con el señor Rafael Núñez a la cabeza. Esta división se vería más claramente en las elecciones presidenciales de 1875, en la cual los dos fueron candidatos a ocupar el cargo.

Parra y Núñez se conocían desde 1855, cuando este último desempeñaba el cargo de Secretario de Hacienda de la administración Mallarino. Con el pasar de los años, mantuvieron buenas relaciones, pero éstas no fueron muy estrechas, tanto así, que Parra, refiriéndose a ella, señaló lo siguiente:

“Tiempo es de confesar, empero, y lo hago sin sacrificio alguno, que formé entre los muchos admiradores del talento del señor Núñez, y que sin embargo de haberle tratado de cerca, no llegué a conocerle…”

En esta medida, con el paso del tiempo, y con la satisfacción de haber cumplido fielmente su labor en los distintos cargos públicos que ocupó, Parra, tenía ahora una nueva meta, llegar a la presidencia de Colombia. Y, fue para el período de 1876 – 1878 que lanzó su candidatura, como miembro del partido Liberal Radical.

Para el ya mencionado momento, el partido conservador lanzó la candidatura del abogado Bartolomé Calvo, pues se pensaba que la hora para llegar nuevamente al poder era la del bienio 1876-78, pero, para ese entonces el liberalismo ya se encontraba dividido, lo cual parecía significar que la contienda entre los dos candidatos del ya cercenado liberalismo estaría reñida.

Las elecciones para este año generaron polémica, ya que os resultados iniciales indicaban que Núñez había triunfado en los Estados de Bolívar, Cauca, Magdalena y Panamá; Parra en Boyacá y Santander, y Calvo en Antioquia y Tolima. El voto de Cundinamarca estaba indeciso. Esta situación daba a entender que ninguno de los aspirantes había sido elegido.

Hasta aquí todo parecía normal, lo grave apareció cuando la administración (saliente) de Santiago Pérez al ser notificada de que Parra no había triunfado, decidió interferir en la votación. Acerca de este acontecimiento, se refiere el historiador Joaquín Tamayo en su libro “Rafael Núñez”, así:

“El gobierno Pérez intervino por la fuerza en Cundinamarca, Magdalena y Panamá, alteró los resultados, favorables al futuro Regenerador, y dio el voto al candidato radical. En el Cauca las cosas se le enredaron de tal modo que el jurado electoral se vio impelido a declarar que dicho estado “no concurría con su voto a la elección presidencial”.

Atendiendo a esto, fue necesario que el Congreso, como ya lo venía haciendo, perfeccionara la elección y escogiera entre los tres nombres al nuevo mandatario de los colombianos, que vino a ser Parra.

De esta manera el señor Aquileo Parra llegó a ser presidente de Colombia, para el período de 1876 a 1876, curso durante el cual tuvo que ausentarse de la presidencia durante dos momentos en 1877, debido a su precaria salud. Su primera ausencia fue de mayo a agosto, cuando fue reemplazado por el general Sergio Camargo, y la segunda, de noviembre a diciembre, cuando se incorporó definitivamente, hasta entregar el poder al electo general Julián Trujillo.

Parra se retiró así del escenario público, hasta 1897 cuando fue llamado para asumir la dirección del partido liberal, con todo el poder para declararle la guerra al gobierno conservador de Miguel Antonio Caro. Esta propuesta fue rechazada por el antiguo mandatario, hecho que le valió la reacción inmediata de sus copartidarios, que estaban convencidos de que la guerra era el mejor camino para alcanzar nuevamente el poder. Debido a esto, Parra fue depuesto del cargo.

En consecuencia, se ausentó ahora sí definitivamente del ambiente público, y pasó sus últimos años en una hacienda de su propiedad, ubicada en Cundinamarca, lugar donde el 4 de Diciembre de 1900, dejó este mundo, pero, así mismo, un legado a nuestra historia política y presidencial.